Nos encontramos a pocas semanas para que de comienzo el nuevo curso escolar 20 / 21. Curso envuelto en incertidumbre o miedo por parte de padres, "pulso profesional" dado que las circunstancias están demandando lo mejor de las habilidades pedagógicas de nuestros profesores, así como una gran capacidad de adaptación a escenarios que nunca antes se habían planteado. En el mundo de la educación, así como en todas las áreas sociales, esta pandemia está ayudando a "que saquemos lo mejor que tenemos" a base de esfuerzo y sorpresas para uno mismo.
Nuestros menores también pertenecen a esta sociedad y también han mostrado lo mejor de ellos, exponiendo la gran capacidad de adaptación que poseen. Pero no por ello, este nuevo curso lo enfocan desde la tranquilidad como otro curso cualquiera. Ellos también han oído noticias, datos, también están aplicando medidas de distanciamiento con sus amigos, se les ha negado la posibilidad de relacionarse como hasta marzo, están pendientes de sus mascarillas, del gel…...y lo que es más importante, han oido y vivido las opiniones y los miedos de sus familias. En función de su etapa evolutiva todos esos factores han sido más o menos procesados, pero en cualquier caso les ha influido. Ahora enfocan el inicio del curso desde la soledad de la protección de esos padres que les han "estado protegiendo " durante todos estos meses….día y noche durante casi 6 meses.
Partiendo de este escenario, entiendo importante tener presentes determinadas recomendaciones para evitar cuadros de ansiedad, fobias, rechazo social...entre otros en nuestros menores, dado que son siempre el bastón más débil e indefenso por su propia naturaleza evolutiva:
1.- La primera se escapa quizás del control de las familias, pero creo importante su mención para comprender y anticiparnos a posibles conductas de nuestros menores. Comenzar con certeza, fiabilidad y estabilidad. Se tome la decisión que se tome, la estabilidad y la constancia en la misma ayudaría a que los menores se adaptaran a las nuevas circunstancias en las que se van a encontrar sus entornos escolares. Y si fiabilidad no se puede tener, sería recomendable seguir una estrategia progresiva, de menos a más, pero segura y firme. Con intervalos de tiempo no demasiado cortos y siempre informando antes al menor del siguiente paso a seguir para que no perciba caos y mayor incertidumbre e indefensión.
2.- Las familias siempre han de disponer de toda la información de cada paso a seguir ANTES de que suceda, para que también desde casa transmitan control y seguridad al menor. En este caso, el menor que necesite matizar información recibida en otras fuentes siempre podrá hacerlo desde sus referentes en casa.
3.- Dependiendo de la etapa evolutiva y la madurez individual de cada menor, la información que les llegue será procesada a un nivel más completo o no, pero SIEMPRE la estarán procesando. Es decir, todo lo que el menor ve y escucha en casa le está afectando. Si ve a sus padres nerviosos, con miedo, enfadados….solo favorecerán que ese menor cuando llegue el momento no quiera incorporarse a clase. O, en el mejor de los casos, acuda con ansiedad que entorpecerá el proceso de adaptación.
4.- Favorecer un ambiente en el hogar de serenidad, centrando el curso en los contenidos escolares, la motivación por empezar de nuevo han de estar siempre presentes, aunq no con la misma intensidad que normalmente.
5.- Siguiendo la pauta de estos meses, hay que "satisfacer" sus necesidades sociales con contactos por videollamada. Hablar tranquilamente con sus amigos antes de dar comienzo el curso y en los primeros días, puede ayudarles a tomar contacto con las afinidades que mantenían con sus amigos, aspecto que les centrará en focos de interés propios para sus edades.
6.- Estar especialmente atentos a las conductas es también muy importante. Si el menor no descansa, come más o menos o tarda mucho más en comer, si están mas demandantes de atención….pueden ser inicialmente conductas propias de la inestabilidad del cambio por el que están pasando o, el inicio de cuadros diagnósticos más serios. No debemos olvidar que el menor no dispone de recursos para identificar claramente lo que le pasa y por qué le pasa. Respetar un espacio para hablar y/o jugar todos los días con ellos, se hace especialmente necesario. En dichos espacios, el menor acabará compartiendo lo que le sucede y siempre se podrá intervenir a tiempo sobre sus inquietudes.
7.- La paciencia siempre es clave en la educación y en estas circunstancias más. No podemos esperar que los niños no se vean afectados por todo lo sucedido. Hay que ayudarles y entender que su comportamiento no puede ser igual de "bueno" que siempre. Hay que ser más pacientes y hacer uso y "reuso" de la comunicación en todas sus vertientes.
8.- Los adultos deben estar bien para atender las inquietudes de los menores. De ahí la especial importancia que tiene tomar conciencia de cómo se encuentra el adulto para corregirlo, hacer una consulta con un profesional a tiempo, y no exigir a los menores lo que el adulto no puede alcanzar. El menor tiene derecho de ser menor. El adulto es el que tiene la responsabilidad y obligación de saber gestionar o aprender a hacerlo.
9.- Hacer más explícitos y sencillos los canales de comunicación entre centro educativo y familias. Una información bien gestionada siempre reduce inestabilidades y conflictos innecesarios. El trabajo sería recomendable que fuera como un gran equipo al que pertenecen educadores, centro escolar, familias y menores. Donde el objetivo que nos une a todos es el menor.
En conclusión, estas semanas previas deberían enfocarse en dotar de un entorno de seguridad "más seguro" si cabe para nuestros menores, atendiendo sus necesidades, e intentando con naturalidad hablar todo lo que vaya aconteciendo. Ajustándonos a la realidad tal cual es, ni magnificada, ni minimizada. Si trabajamos en equipo, con responsabilidad, sin competencias entre nosotros y con una estrategia estudiada y firme, poco a poco avanzaremos en todas y cada una de las etapas por las que tengamos que pasar en esta pandemia. Mucha fuerza a tod@s!